Los remanentes del proceso minero se almacenan en forma de lodo semisólido que se bombea a la balsa, a 6 kilómetros de las instalaciones. Este lodo contiene torio y radio, componentes habituales de los materiales desechados, así como polvo de uranio y demás residuos. De inhalarse o ingerirse, supondrían un serio riesgo para la salud.